Hace ya tiempo, cuando era muy joven, un componente del grupo de amigos nos invitó a ver su radiocasete recién comprado. En aquellos tiempos, este aparato era novedoso y muy codiciado entre los jóvenes.
El radiocasete disponía de radio FM, ON, OC, grabación y reproducción en cintas, grandes altavoces, algunas cosas más que no recuerdo y era muy grande.
Nos quedamos mirándolo con envidia y haciendo diversas pruebas de grabación y reproducción para deleite de todos, así estuvimos casi una hora cuando de pronto se oye un silbido, parecido al que hace una tetera cuando ya está preparada, después varios petardeos y a continuación empieza a echar humo, primero gris y luego negro.
Del humo pasa a las llamas por un lateral, aparece una mujer gritando con un trapo y lo cubre para sofocar el incendio. Tiro del cable y lo desconecto de la corriente, cosa que parece no se le ocurrió a nadie.
Al dueño del aparato se le queda la cara como el mármol de Carrara, mirando fijamente su radiocasete echando humo todavía.
Entonces le pregunto qué tensión de corriente tienen en la casa.
Me contesta que no sabe qué es eso de la tensión de la corriente, le digo que los voltios de la luz.
Lo consulta con un familiar y me dice que 220.
Miro el aparato y le digo que está puesto a 125. Me pareció que había aguantado mucho.
Entonces me dice que a ver si lo puedes arreglar tú que entiendes de esto.
Me hago con un destornillador y después de mucho trabajo ya que el plástico estaba deformado por el lado de la llama, lo abro mientras todos los demás miraban con mucha curiosidad y asombro.
Parecía como si hubieran echado un puñado de hollín dentro, todo negro por el lado del transformador, dos o tres condensadores reventados y los alrededores del transformador de alimentación, negros como el carbón.
Esto siento decirlo, no tiene arreglo. Se le puso una cara a punto de llorar.
Así que lo único que pude hacer como técnico del grupo fue certificar la defunción del aparato.
Estos desastres, desgraciadamente, eran muy frecuentes en aquellos tiempos de transición de 125 a 220.
El radiocasete disponía de radio FM, ON, OC, grabación y reproducción en cintas, grandes altavoces, algunas cosas más que no recuerdo y era muy grande.
Nos quedamos mirándolo con envidia y haciendo diversas pruebas de grabación y reproducción para deleite de todos, así estuvimos casi una hora cuando de pronto se oye un silbido, parecido al que hace una tetera cuando ya está preparada, después varios petardeos y a continuación empieza a echar humo, primero gris y luego negro.
Del humo pasa a las llamas por un lateral, aparece una mujer gritando con un trapo y lo cubre para sofocar el incendio. Tiro del cable y lo desconecto de la corriente, cosa que parece no se le ocurrió a nadie.
Al dueño del aparato se le queda la cara como el mármol de Carrara, mirando fijamente su radiocasete echando humo todavía.
Entonces le pregunto qué tensión de corriente tienen en la casa.
Me contesta que no sabe qué es eso de la tensión de la corriente, le digo que los voltios de la luz.
Lo consulta con un familiar y me dice que 220.
Miro el aparato y le digo que está puesto a 125. Me pareció que había aguantado mucho.
Entonces me dice que a ver si lo puedes arreglar tú que entiendes de esto.
Me hago con un destornillador y después de mucho trabajo ya que el plástico estaba deformado por el lado de la llama, lo abro mientras todos los demás miraban con mucha curiosidad y asombro.
Parecía como si hubieran echado un puñado de hollín dentro, todo negro por el lado del transformador, dos o tres condensadores reventados y los alrededores del transformador de alimentación, negros como el carbón.
Esto siento decirlo, no tiene arreglo. Se le puso una cara a punto de llorar.
Así que lo único que pude hacer como técnico del grupo fue certificar la defunción del aparato.
Estos desastres, desgraciadamente, eran muy frecuentes en aquellos tiempos de transición de 125 a 220.
