Iba Roberto desde su campo al pueblo caminando: Tenía que comprar un tarro de pintura y un balde.
Va al almacén, hace su compra y sale con una cosa en cada mano. A la salida se cruza con José que le debía dos gallinas y un pato y para su sorpresa los tenía con él y se los da.
Ahora sí está en un lindo problema tratando de sujetar los animales y las cosas que acaba de comprar, hasta que una viejita que iba por la calle le dice:
-¿Por qué no te ponés una gallina abajo de cada brazo, el tarro de pintura adentro del balde y lo agarrás con una mano y te queda la otra para llevar el pato?
Roberto lo hace y todo funciona bien.
-Gracias señora, ¿cómo podría pagarle?
-Diciéndome cómo llego a la granja de los López.
-Queda al lado de la mía, camine conmigo y llegamos en 20 minutos.
La viejita y Roberto se van por el camino y al ratito ya están en medio del campo. Al llegar a una tranquera Roberto le dice a la señora
-Hay un atajo por acá que nos va a hacer ahorrar un buen tramo, pero nos saldríamos del camino principal...
-Ay, joven... Vea, usted, un hombre fornido caminando a mi lado, una indefensa y pobre viuda, por el medio del campo... ¿Qué me garantiza que no intentaría hacerme nada?
-Señora... Mire cómo voy cargado... Dos gallinas, un pato, un balde y un tarro de pintura... ¿Cómo haría yo semejante cosa?.
-Fácil: Ponés el pato en el piso, lo tapás con el balde, ponés la pintura encima para que no se mueva y yo te sostengo las gallinas
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Dosme: Ahora no me podé sdecir "queroso"
